Escultura

Sobre el concepto del pódium

Un pódium es un artefacto que exalta campeones y erige genios, un mecanismo de poder donde se colocan laureles y se miden fortalezas. Su forma, con tres escalones, visualiza la jerarquía y simboliza el reconocimiento anhelado en nuestra sociedad.

Como artista, me apropio y resignifico esta idea para enfatizar la obsesión por la competencia y evidenciar la simpleza del sistema. Estar arriba o adelante es una posición que, más allá de lo físico, nos define dentro del entramado social, donde el poder se inscribe en nuestra médula.

Reflexiono sobre cómo el pódium, desde su materialidad, se carga de significados simbólicos vinculados al dominio y los escalafones. Su luz reflectante no solo glorifica al que está arriba, sino que también ciega, revelando cómo el poder oscila entre la admiración y la opresión. Veo que el simple acto de comer —cotidiano y vital— se convierte en un ritual cargado de mando; de este modo, lo desacralizo al exponer su trivialización en un mundo consumista y lo sacralizo al revelar su dimensión política.

Con mi obra —fotográfica, instalación escultórica y arte objeto— invito al espectador a confrontarse: subir o bajar. Esta posición física establece jerarquías y lo hace cómplice al interactuar con la estructura. En este sentido, considero que el arte interroga y puede desmontar estas construcciones humanas, revelando su fragilidad y su impacto en nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos.

El pódium se convierte en metáfora de un consumo que nos deshumaniza. Señalando el peso del Antropoceno y la indiferencia social, mi obra interpela nuestro papel en esta crisis global. Invita a cuestionar no solo las estructuras de poder que nos rodean, sino nuestra propia posición dentro de ellas, desafiándonos a imaginar nuevas formas de relación con el mundo y entre nosotros.